Debaten sobre efectividad de Agencia de la Calidad para mejorar la educación

¿Será la Agencia de la Calidad un motor de cambio o, por el contrario, profundizará la inequidad? Estos son los dos planteamientos que cruzaron las exposiciones de los investigadores Gonzalo Muñoz, de la Fundación Chile y miembro del Consejo de la Agencia de la Calidad y Alejandra Falabella, del CIDE, quienes participaron en el coloquio Agenda Educación: ¿Cuándo cerrar una escuela mala?

En la actividad, organizada por el Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación CIDE y la Facultad de Educación de la U. Alberto Hurtado, el integrante del nuevo organismo público destacó por sobre las sanciones, el rol que cumplirá la Agencia de orientar a los establecimientos para mejorar, “el objetivo de las evaluación es nutrir los planes de mejoramiento de los colegios y el trabajo de apoyo del Ministerio de Educación”.

Por su parte, la investigadora Alejandra Falabella señaló que es una ingenuidad pensar que se puede combinar, sin producir efectos perniciosos, la presión que significa para un establecimiento estar categorizado como una mala escuela, con la orientación para la mejora: “La experiencia internacional señala que en vez de mejorar la calidad de la educación este tipo de políticas fomentan que los profesores y directivos se centren primordialmente en preparar pruebas estandarizadas, reduciendo la extensión y diversidad del currículum. En la lógica de la competencia, este tipo de mecanismos exacerba las prácticas de selección de estudiantes en los colegios, profundizando la inequidad”.

La Agencia de la calidad forma parte de la nueva institucionalidad del sistema educativo chileno. Esta será la encargada de evaluar y clasificar a los establecimientos educacionales, generando estándares mínimos para todos los colegios a partir de los resultados del SIMCE, prueba que asumirá bajo su cargo. Entre sus atribuciones se encuentra la entrega de información a padres, la orientación a las escuelas para mejorar y la determinación de sanciones que llegan hasta quitar el reconocimiento oficial del Ministerio de Educación a un establecimiento.

Gonzalo Muñoz señaló que una de las novedades de la Agencia es que se amplían los indicadores de calidad; ya que dos tercios se refieren a resultados de aprendizaje como el Simce, y el resto deberán considerar otros aspectos como valorar los procesos: “se trata de hacer una responsabilización justa”.

Por su parte, Alejandra Falabella destacó que el modelo mercantilista que se encuentra en la base del sistema educativo chileno debe ser replanteado, ya que la utilización pública que se ha hecho de los ranking, mencionando como ejemplo el semáforo del SIMCE, solo profundiza la inequidad y sepulta los esfuerzos de directivos y profesores de los establecimientos por desarrollar procesos de mejoramiento.