¿Por qué sigue siendo necesario seguir hablando de inclusión? Y más aún, ¿por qué resulta necesario buscar otros lugares, otras explicaciones para hablar de este tema? Si reconocer la diversidad en el aula es condición de una educación inclusiva, ¿qué transformaciones exige a la organización escolar? y ¿qué desafíos plantea a los saberes psicopedagógicos, pedagógicos y didácticos? Estas son las preguntas que rondaron en la Tercera Jornada de Diferencial realizada por la carrera de Pedagogía en Educación Diferencial de la Universidad Alberto Hurtado, el pasado 30 de noviembre. A la actividad asistieron más de 120 personas, entre estudiantes de pedagogía, profesoras, profesores y académicos.
En el encuentro, denominado “Reconocer la diversidad en el aula. Condición de una educación inclusiva”, expusieron las académicas Flavia Terigi, de Argentina, experta en políticas educativas y trayectorias escolares de adolescentes y jóvenes; y Celia Díaz, de México, especialista en adquisición de la lengua escrita, didáctica del lenguaje y evaluación de la comprensión lectora y la escritura.
“La inclusión en la escuela ante la persistencia del modelo escolar” fue el título de la exposición de Flavia Terigi, quien planteó que una de las razones para seguir hablando de inclusión es la persistencia de un único modelo escolar. “Una escuela donde todos deben hacer lo mismo y al mismo tiempo, que funciona con la expectativa de que todos los estudiantes son iguales y poseen conocimientos y capacidades homogéneas. En este modelo escolar, cuando no se aprende de la manera y al ritmo esperado la explicación o “el problema” se ubica en el estudiante, olvidando el rol fundamental que cumple la organización de la escuela y las características de la enseñanza”, señaló.
Celia Díaz, en su ponencia “Diversas trayectorias en el aprendizaje de la escritura: el caso del conocimiento ortográfico”, sostuvo que existe muchos estudios que muestran cuánto y en qué se equivocan los niños, pero muy pocos que nos digan por qué cometen estos tipos de errores. Su investigación ha mostrado que el conocimiento ortográfico va más allá de aprender de memoria una serie de reglas, “los niños van descubriendo regularidades poco a poco y en ese proceso es fundamental la escritura y revisión colaborativa de textos con sentido en el aula”, añadió.