Señor Director:
Si bien las primeras y más evidentes víctimas del paro de ayer del Colegio de Profesores son las y los estudiantes, hay otra víctima que sufre silenciosamente sus efectos: la profesión docente.
Sucede que el Colegio de Profesores y su alrededor de 20% de docentes afiliados a nivel nacional (que disminuye drásticamente en las generaciones más jóvenes) creen que sus demandas engrandecen la docencia como profesión al defender sus intereses en tanto asociación gremial a todo evento. La verdad, sin embargo, es otra: la lógica sindical de la organización docente no hace otra cosa que precarizarla en cuanto profesión mediante este y otro tipo de llamados.
La profesión docente está amenazada porque cada vez menos jóvenes quieren estudiar pedagogía, al tiempo que cada vez más quieren abandonar la sala de clases, llevando a un fenómeno de escasez docente en rápido avance. Una organización que dice representar a las y los docentes no se da cuenta de que lo que hace es colaborar en ahuyentar a potenciales docentes más que nunca necesarios.
Las causas de que no tengamos docentes en la cantidad y calidad que quisiéramos exceden por mucho la acción de un colectivo como el Colegio de Profesores y su modo de proceder en este llamado a paro, pero ciertamente no ayuda para nada al que es probablemente uno de los desafíos más grandes que enfrentamos como sociedad.
Cristóbal Madero Cabib SJ. Facultad de educación Universidad Alberto Hurtado