Lilia Concha, Académica Facultad de Educación, abril de 2011
No existen los “fast track” en educación, ni las estrategias de shock cuando se trata de garantizar derechos fundamentales y diseñar procesos que son complejos, que exigen rigor y seriedad.
Los resultados del SIMCE 2010 debemos analizarlos a la luz de las políticas de al menos la última década. Los progresos en Lenguaje se evidenciaron desde el SIMCE 2008 y la Prueba PISA ya los auguró desde el 2006, ubicando a Chile en el primer lugar de entre los países latinoamericanos participantes.
Esta mejora significativa en lenguaje y el estancamiento en matemática habrá que profundizarlo con evidencias. Vislumbramos algunas causas: los profesores básicos generalistas muestran un menor dominio didáctico y disciplinar en matemática según datos de la Prueba Inicia, no obstante, sabemos que las causas explicativas de resultados en educación siempre son multifactoriales y sistémicas, nunca únicas y aisladas.
Desde una mirada país y asumiendo el principio de equidad, la mejor noticia de este SIMCE es que los resultados de alumnos de nivel socioeconómico bajo y medio bajo son los que más suben: +10 puntos. ¿Qué variable nueva pudiera explicar este progreso? La ley SEP es un dato fundamental, la subvención preferencial se construye sobre el principio de que educar en pobreza es más exigente y caro que educar donde la pobreza es una excepción; el Estado ha realizado esta mayor inversión en los sectores vulnerables y el sistema público ha respondido.
Sin embargo, se mantiene una enorme brecha en los resultados, y nuestro sistema de financiamiento mantiene serias debilidades, efectivamente, la ley entrega más recursos por cada niño vulnerable, pero los otorga por promedio de asistencia a clases, es decir, un ingreso variable para garantizar un derecho que exige gastos permanentes.
El reciente estudio de la Asociación de Municipalidades concluye que educar a un alumno cuesta un 50% más caro que el monto de la subvención normal. La tremenda brecha socioeducativa que aún permanece no se resolverá mientras no se produzcan cambios de fondo en el sistema de financiamiento.
Cabe preguntarse si es posible en la lógica de un mercado real de competencia, esperar un mismo punto de llegada para escuelas y niños con tan desiguales puntos de partida. Le exigimos igualdad a la educación en una sociedad que hemos construido de manera desigual, y en ese contexto el Estado debiera cumplir su rol redistributivo con fuerza.
¿Un país segregado y una educación segmentada? No es casualidad quelos colegios municipales de Vitacura, Providencia, Ñuñoa y Las Condes, los únicos que sobrepasan los 262 puntos que registró el país como promedio en la prueba de enseñanza básica, pertenezcan a las comunas más acomodadas de Chile.
La educación expresa nuestro sueño como nación y para el cambio necesario habrá que fortalecer un Estado garante de este derecho, habrá que poner más reflexión, más inteligencia y más cariño para que estos avances no sean sólo un milagro frágil y azaroso.