La académica Genevy Moreno publicó una columna en el medio El Desconcierto sobre violencia escolar titulada «¿Escuelas bajo sospecha o espacios para cuidarnos?». Puedes leerla a continuación.
La violencia escolar vuelve a escena: otra vez imágenes de agresiones, conflictos y crisis emocionales entre estudiantes. Otra vez alarma pública y una búsqueda casi frenética de culpables y soluciones de corto alcance.
Se exigen sanciones, más vigilancia, más control. Y en medio de esa urgencia, se vuelve a postergar una pregunta importante: ¿estamos entendiendo realmente lo que está ocurriendo en nuestras escuelas?
La escuela refleja muchas veces las tensiones sociales, económicas y culturales de su entorno, por ello no puede ser entendida solo como un problema del sistema educativo. La violencia escolar es un síntoma incómodo, molesto y revelador de una serie de fracturas más profundas: el desgaste emocional de las comunidades escolares, las desigualdades estructurales, la precariedad de los vínculos, entre otras.
Si bien el Ministerio de Educación ha manifestado públicamente su preocupación y ha impulsado acciones como protocolos, recursos digitales y el fortalecimiento de planes de convivencia, estas medidas siguen siendo parciales, reactivas y poco articuladas con otras políticas públicas.
La salud mental y el bienestar estudiantil exigen una política intersectorial, con corresponsabilidad del sistema de salud, la infancia, los municipios y las comunidades. No basta con documentos y webinars, se necesita presencia en los territorios, inversión sostenida en equipos especializados, incorporación real de la convivencia de manera transversal y explícita en la formación inicial docente y en el currículum escolar, no como un añadido, sino como parte esencial de la formación integral. Y sobre todo, se necesita asumir que la escuela no puede ni debe enfrentar sola este desafío.
Es preocupante que, mientras hablamos de cuidado, algunas respuestas institucionales parecen ir en dirección opuesta: cámaras de seguridad, detectores de metales, protocolos más sancionadores.