Columna de Marisol Latorre | Simce 2022: Más allá de lo que los contextos supondrían
A propósito de los recientes resultados del Simce 2022, llama la atención el significativo descenso en los resultados alcanzados por los establecimientos de élites y la mejora en un grupo de establecimientos que, en mediciones anteriores, habían sido ubicados en categoría insuficiente.
Respecto de lo primero, si bien en lectura la baja en 4° básico es de 4 puntos y en 2° medio se mantiene el puntaje respecto de la última medición, en matemáticas en 4° básico la disminución es de 10 puntos y en 2° medio, 14 puntos. Dado que se trata del 10% de establecimientos que acoge al estudiantado que se ubica en los quintiles socioeconómicos superiores, la explicación no corresponde a la escasez o insuficiencia de recursos ni a la ausencia de condiciones materiales adecuadas para el estudio.
Si consideráramos la hipótesis del actor y sus circunstancias, cuesta comprender por qué colegios que tienen condiciones óptimas, tienen problemas para lograr resultados buenos para sus estudiantes. Lo esperable es que sus resultados -comparativamente- debiesen haberse mantenido o mejorado. Quizás, se trata de establecimientos con prácticas y experiencias de aprendizaje poco desafiantes o de estudiantes con limitado compromiso académico o evaluativo; pudiendo ser, también, una mixtura de estas y otras alternativas; o, bien, hay preguntas relevantes que no nos estamos haciendo.
Paradojalmente, la evidencia que arroja Simce da cuenta de un grupo de establecimientos -calificados en categoría insuficiente en los últimos años- que mejoran sus resultados, tanto en lectura como en matemáticas (entre 11 y 19 puntos y entre 6 y 15 puntos, respectivamente). En este caso, la mejora es probable que esté asociada a buenas prácticas de los establecimientos y de la comunidad educativa, como las siguientes: adaptación de docentes y directivos a las necesidades del estudiantado, dinámicas de colaboración entre el profesorado, vinculación cognitiva y socioemocional, toma de decisiones en base a evidencia o acompañamiento para el fortalecimiento de las capacidades técnicas en las escuelas.
A partir de esta evidencia es posible constatar tres ideas: si bien los contextos socioeconómicos importan en educación -y la pandemia materializó esta realidad de modo dramático- ellos si bien no son siempre determinantes ni predictores ineludibles para el desarrollo de los aprendizajes comprometidos, son condición necesaria aunque no suficiente para el desarrollo de los aprendizajes comprometidos.
En segundo lugar, cuando la escuela, su cultura y su comunidad se fortalecen, es decir, son objeto de observación, reflexión, evaluación y cambio, los aprendizajes de sus estudiantes mejoran.
Y como tercera idea, requerimos de docentes, escuelas, comunidades educativas y estudiantes abiertos al cambio y la innovación, en disposición de aprender y comprometidos en ello. Ya antes de la pandemia los resultados de aprendizaje no eran buenos, por tanto, la promesa no puede ser volver a esa situación.
Necesitamos remirar la escuela, sus contextos, sus actores, sus prácticas, sus sueños y posibilidades, para avanzar en proyectos que sean un hito en las trayectorias de sus estudiantes y transformen sus comunidades, proyectos orientados a una formación más integral e integrada, que articule excelencia e inclusión.
Marisol Latorre N., académica y decana de la Facultad de Educación de la Universidad Alberto Hurtado.
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